La gente camina como si fuera un acertijo con piernas
que arrastra sus zapatos hacia la tumba
tan muertos y tan prófugos de la muerte
madrugan con sus pestañas llenas de llantos añejos
de suspiros fétidos y arrogantes
inquietos y vestidos de un fuerte gris.
La gente anda por las calles
conduciendo sus ataúdes
planeando sus velorios
contrayendo matrimonio con los vivos
vivos casados con gente muerta.
Miro a la muerte
y me parece tan viva
tan querida
aunque no tenga voz
deslumbrante
sencilla
tan atractiva
que hasta me dan ganas de casarme con ella.